«Escribe una bitácora» es lo que uno piensa cuando se va de viaje un tiempo largo. El día cuarto esto es un tormento. El día quince esto es una rutina de rutinas en la que no está de más rascarse la huevada enfrente de un documento de word en blanco... si tuviese tiempo para ello. Después de mes y medio viviendo en Utrecht, Países Bajos, no tengo excusa. Y no tengo blog, pero siempre quedará reutilizar aquel polvoriento Since I've Been Blogging You con los sempiternos elefantes rosas de Dumbo que diseñó el bueno de Ima. No le he pedido permiso para reconvertir un blog musical olvidado en algo que no tiene nada que ver con lo que solíamos escribir. Ima tengo permiso ci? Hay música:
No prometo escribir. Pero si lo hago, prometo hacerlo sobre mi programa Erasmus 2013/2014 en Utrecht, Países Bajos, y Århus, Dinamarca. Dos ciudades, dos países, dos culturas, dos cojones bien puestos, dos maletas no porque Vueling no me deja hijos de putas. Dos guitarras, una mía y otra de mi compañero de cuarto, que es acústica. Dos compañeros de cuarto que he tenido, uno que se jiñó, se riló y se piró. Y otro que se compra guitarras de 600€ «para tocar de Erasmus». Ah, mira. Tanta dualidad... mi dualidad de vasco y hespañol. Porque coño, ya que aquí, entre compañeros de clase de acá y acullá, entre tanto paísbajense, que son, paradójicamente, las personas más altas del mundo (tócate los pieces). En los Países Bajos. No Holanda, copón.
¿Está claro?
Eso. Vuelvo al hilo. Que al menos que vengo al norte en mi cualidad de sudeuropeo, al menos que no piensen que soy sudespañol. Que sepan que soy mejor que ellos. Lo mejor es que no hace falta que lo diga yo. Día de presentación del programa 'Europe in the World' en el que estudio este año; nos reunimos alumnos y profesores y comemos sandwiches y cada uno tiene que hacer una breve introducción sobre si mismo. En inglés, buff. Voy quitandole la roña a mi oxidado e inactivo inglés, mis dedos repitequean nerviosos en la mesa porque estoy rodeado de norteuropeos y además siete hablantes nativos. Vamos a hacerlo simple, es una simple presentación. Me llamo Mikel y me gustan las tortugas. Claro que somos todos de diferentes sitios y después del nombre no van las tortugas, va el país. No vamos a entrar en matices identitarios ahora, ya sabrán más adelante que España como estado me parece un truño... hasta que resulta que hay dos chavalas que estudian en Mondragon Unibertsitatea sentadas en la mesa. Y les toca hablar antes que yo. Y cómo no, hacen el trabajo sucio. Que no se consideran españolas, que son vascas. Qué manera de salpimentar en dos frases una tímida presentación ante veinte personas que no conoces de nada. Y sonrío para mí porque sé que la moza con la que vine de la EHU es uno de los casos más flagrantes de "soyvascaperoespañola" con los que uno se pueda encontrar. Y sé que va a replicar y va a refutar y va a ser maravilloso. Y sí, instantes después tenemos el «soy vasca pero española». ¡Bum! De Utrecht a Sarajevo en un cuarto de hora. Más tensión ahí sentados que en la mesa a seis bandas que le hizo la ONU a Corea del Norte. O así lo sentía yo, seguramente los canadienses no sabían ni por dónde venía el viento ante semejantes pamplinas.
El siguiente mes y medio ha sido una sucesión de agobios porque soy el más pringao de la resi, el que más horas de clase tiene y el que más horas fuera de clase necesita para seguir el ritmo a las tareas de clase. Este no es el Erasmus que me prometisteis, devolvedme el dinero. Al menos, sé que el programa me va a venir de pelotas. Que mi inglés mejora exponencialmente y eso, en uno que quiere ganarse la vida como escribidor, está muy bien. Que ya me toco la vaina en la EHU y durante un año no hace daño ser parte de este docto rebaño.
Y uso inglés, con ellos. Aquí practico varios deportes. El más saludable de todos es 'evitar al español' y aunque muchas veces soy vago para ello (porque vivo con tres de ellas aunque dos son gallegas y galleguistas y amo su galleguismo y hablan en gallego), tengo bastante más éxito que el sudespañol medio en estudiar inglés. Para estudiar ingles me habría ido a Italia, copón. Que llegan informaciones de allí de que la Lolon está haciéndose notar. Y clavando la bandera de la calavera. Bien hondo.
Hay un par de gabachos en clase y no hablan mal inglés, pero no se quitan el acentaco ni a tiros. Encontré muy hilarante, y los canadienses de clase también, un artículo que escribió la muchacha francesa en el que mencionaba a un tal 'Vladimir Poutine' (voz francesa). Por lo visto, poutine es un plato muy común en Quebec que consiste en, básicamente, la comida que quisieramos pedir al salchichauto de fiestas de Sukarrieta o cualquier sitio. También resulta que Poutine es como escriben los gabachos el apellido del jefe de estado ruso porque son chauvinistas especialitos con la Francofonía. Pues bien, un mes después de aquello todavía me parto la polla con lo de Vladimir Poutine.
Seguiremos informando.
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